En el segundo siglo antes de Cristo (hace 4000 años) se produce un enraizamiento y homogeneización de las culturas en base al asentamiento de pequeños grupos humanos (poblaciones) en enclaves abiertos y al desarrollo de una incipiente actividad agrícola y ganadera. Algunos historiadores datan en estos momentos la aparición de los primeros intercambios comerciales. Estos pueblos tienen una influencia notable de la cultura dominante en el Sur de España, los Tartessos.
Aproximadamente en el año 800 a.C. se produce la llegada de los Fenicios a las costas de Benalmádena los cuales proceden de Tiro y pretenden ampliar sus dominios comerciales atraídos por la benignidad de la zona y la riqueza de sus recursos. Parece ser que el principal interés de los fenicios estaba en la minería (diversos metales y especialmente la plata) lo cual confirma la datación, ya en esta época, de alguno de los yacimientos mineros de Benalmádena.
Es en este periodo, con la llegada de los Fenicios, cuando se produce la aparición de los primeros poblados con una incipiente estructura de clases, lo cual llega a su apogeo en la ciudad de Málaga (Malaka) donde se llega a levantar una fortificación. Los recursos básicos son la agricultura (vid y olivo) y la pesca.
En Benalmádena se ubica el yacimiento de La Era, asentamiento fenicio del que nos han quedado abundantes restos arqueológicos procedentes de varios niveles y épocas de asentamiento, que se pueden admirar en el Museo Arqueológico de la localidad
En el siglo II a.C. se produce la llegada de los Romanos a la zona de Benalmádena que se materializa en una serie de transformaciones en la economía, la estructura social y la organización territorial. Esta zona vive un desarrollo de las actividades generadas del aprovechamiento de los recursos marinos, la pesca y la elaboración de productos derivados de la misma (salazones fundamentalmente), así como en menor medida el marisqueo o la extracción de sal.
Algunos historiadores hablan de la presencia, en esta época, de un importante embarcadero que estaría ubicado en la zona que actualmente conocemos como Torremuelle y cuyos orígenes estarían en la época de ocupación musulmana.
De la época de ocupación romana tenemos en Benalmádena el yacimiento de una 'Villa Romana' (se le conoce popularmente como Benal-Roma) de la que se están recuperando los restos que han llegado hasta nuestros días (sellos de panadero, lucernas, vasijas, agujas, etc.) y que se conservan en el Museo Arqueológico ubicado en Benalmádena-pueblo. También se han recuperado restos de monedas, anclas y ánforas en la zona de Torremuelle.
A partir del siglo IV se empiezan a asentar colonias cristianas en el seno de las urbes romanas de la zona de Málaga que, en principio, no generan la misma beligerancia que en otras partes del imperio. En cualquier caso esto es favorecido al ser este área, tal y como pasa hoy mismo, un punto de encuentro de culturas y zona de paso comercial hacia el incipiente mercado norteafricano.
Se da paso a un periodo de despoblación del territorio a favor de las grandes urbes (en nuestra zona Málaga era el principal núcleo fortificado), donde se refugia la población como medida de protección ante las constantes llegadas de barcos enemigos a las costas y donde parecen existir mayores recursos para la subsistencia.
A la caída del imperio romano, en el siglo V, se produjo una atroz invasión de los pueblos bárbaros. La provincia romana de Baetica (a la que pertenecía Benalmádena), fue ocupada por los vándalos con un saqueo indiscriminado y un comportamiento social muy lejano al refinamiento de la cultura romana precedente.
Entre los siglos VI y VII, bajo los dominios, primero visigodo y posteriormente bizantino, se produce un periodo oscuro de transición, marcado por un evidente despoblamiento de la zona de Benalmádena, que no se reavivará hasta la conquista musulmana.