A principios del siglo XIX, una vez que la mentalidad de la zona ha cambiado gracias a la puesta en marcha de las fábricas de papel (con independencia de su destino) un nuevo cultivo viene a incrementar no solo la productividad sino la economía general de la comarca. Se trata del cultivo de la pasa moscatel y la uva para elaboración de vinos. A mediados de siglo Benalmádena es destino de inversores que buscan terrenos para el cultivo de la vid, que llega a ser un monocultivo en esta zona.
Todo esto provoca un aumento de la población del 56%, llegando a 1.692 habitantes en ese momento y hasta 2.239 vecinos en el año 1887. También es reseñable la apertura de la primera posada de la zona (en la calle de los Pozos).
A partir de 1890, y tras la plaga de la filoxera, que termina con todos los cultivos de vid de la comarca, se producen una serie de acontecimientos que, nuevamente, hacen mella en la población. Se trata de epidemias de paludismo, cólera y tifus que, como en el resto de la provincia de Málaga, merman la población seriamente.
La salida de vecinos, que emigran ante esta perspectiva, así como la población fallecida, provocan una crisis poblacional que no se remontará hasta mediados del siglo XX, concretamente en la década de los años 50.
A partir de esa fecha se produce el renacer de Benalmádena en base a un recurso nunca antes explotado: el turismo.